
Hace unos meses que conozco a un chico, Mr. Wall, que al principio prometía mucho. Es guapo, sin duda. Tenemos amigos en común, buena señal. Esos amigos son buena gente, mejor todavía. De vez en cuando tiene detalles entrañables como intentar ayudar a una anciana (si se llega a parar a acariciar a un perro, me derrito). Luego, la cosa descarriló. En parte, porque yo me precipité; en parte, porque no conectamos y no hay posibilidad de hacerlo en el futuro porque no se deja conocer. Por eso le llamamos Mr. Wall porque intentar llegar a él es como ponerse de cara a un muro y darse golpes.
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