Creo que tengo que plantearme en serio lo que busco en mi pareja. Por un lado, quiero la intimidad de un compañero con el que compartir sentimientos, actividades y un proyecto común, en fin, una relación que vamos a llamar adulta.
Por el otro, sigo siendo una eterna adolescente que necesita de una conexión mágica, de un encantador de serpientes del que no pueda separar la mirada cuando me habla.
¡Qué bonito sería encontrar a los dos en la misma persona!
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