sábado, 20 de noviembre de 2010

Niebla de hace un año

Son muchos años los que hemos pasado juntos. Se acerca la hora en que marcharás, en que saldrás por la puerta por la que sales cada mañana y no volverás por la noche. Es muy fácil al principio hacer como si uno no sospechara nada, pero mientras el tiempo pasa (cada segundo es una tonelada) la certeza del adiós se hace cada vez más tangible. ¿Y qué decir? No hay palabras que expliquen el sentimiento de vacío que deja la ausencia de alguien en una casa.

Mientras aún me parecía oir su voz al otro lado de la puerta, me ha venido a la cabeza la imagen de un columpio. Sí, la de un columpio que aún se mece en el aire justo en el preciso instante después de ser abandonado por los niños que con él jugaban, aún con el lejano sonido de sus risas desvaneciéndose.

Así será la soledad. Así será el vacío que dejará su partida en estas paredes. Como un bosque con niebla y sin buhos.

Escucho cuatro notas, tumbada en la cama, tú te marchas para siempre y yo te digo adiós.

Sucedió tal día como hoy hace un año... o tal vez ya no sucedió.

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