sábado, 28 de mayo de 2011

Bipolar

Así estoy. Bipolar. O tripolar... En un momento, me siento eufórica o simplemente feliz, me quiero dejar llevar por las emociones, ser libre y sensual, amar, no pensar, dejarme llevar por el deseo, sentir que soy joven, mi cuerpo es mío, que el tiempo perdido nunca se recupera y que el placer siempre es bueno. Y sobre todo que es mejor que la nada. Al fin y al cabo, mi filosofía en la vida es que es mejor sentir y perder que no haber sentido nunca.


Dos segundos más tarde, otra voz en mi cabeza me dice "Qué haces? Sabes que te vas directa contra la pared... Cuidadito!". Después de estrellarme tres veces, según el recuento oficial, y unas cuantas más en el recuento extraoficial, hay que admitir que esta segunda voz también tiene razón. Me recuerdo a mí misma que tiene muchísimos defectos, en el fondo no le quiero tanto, baila fatal, no es valiente con sus sentimientos, vive demasiado dentro de él mismo, me lo ha hecho pasar fatal un montón de veces, me ha fallado en diferentes momentos...

Y aún hay una tercera voz que me recuerda que lo que quiero no es un amante temporal sino un alma amiga, una conexión cósmica, un apoyo para los malos momentos, un compañero con quien compartir los buenos, que me haga reír y me caliente los pies con los suyos en la cama en invierno, que me pase los brazos por la cintura desde atrás para que nuestros cuerpos se fundan en un solo interrogante, que me mire y me vea como soy, que también quiera siempre más de mí.

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